Última columna: hasta que se borren las letras del teclado o se gasten las gargantas
El columnista no va a andar con vueltas: este es mi último aporte para el ciclo 2021 de “Sed y resistencia”. Para que el programa termine su temporada quedan unas emisiones todavía, pero la precipitada reactivación de planes que la pandemia había puesto en el freezer, hará que tenga que despedirme hasta el próximo período. Lo hago con cierta nostalgia, porque tenía intenciones de llegar hasta el cierre con mi compañero Rubén Darío Lagras, con el staff de Décima Sinfonía y con la miríada de radios que nos reproducen en Río Negro, Neuquén y Chubut.
Sobre todo, tenía intenciones de acompañar radialmente el centenario de la Patagonia Rebelde y fue por esa razón que comencé dos columnas atrás. En Santa Cruz, se institucionalizó como fecha culminante el 7 de diciembre, cuando se produjo el fusilamiento más masivo, en la estancia La Anita. Pero el corolario sangriento del conflicto que desataron los estancieros, demás patrones y grandes capitalistas del sur, arrancó en octubre, cuando por su presión, la Policía del Territorio Nacional deportó hacia Buenos Aires a la conducción de la Federación Obrera. Ya hablamos de aquellos sucesos.
Como “Sed y resistencia” está íntimamente asociado a una propuesta contracultural transcordillerana, viene de perillas destacar que la Patagonia Rebelde no fue un suceso santacruceño o argentino. El ciclo de avances obreros y represión patronal había arrancado en realidad en 1919, con los sucesos de Puerto Bories, a pasos de Puerto Natales. A veces, da escalofríos ver cómo las historias se repiten: ante el alza injustificada y estratosférica de los precios, los trabajadores del frigorífico iniciaron una huelga que las fuerzas de seguridad quisieron reprimir, a instancias de los empresarios. Es más, fue un gerente quien disparó primero. Pero la clase obrera de entonces tenía convicciones muy firmes y no quedó agresión sin respuesta, a tal punto que, durante varios días, los trabajadores tomaron el control de la ciudad. El acontecimiento quedó en la historia como la Comuna de Puerto Natales y saben qué: fue gracias al concurso de uniformados argentinos que el gobernador pudo retornar a su sitial… La represión fue tremenda porque los grandes capitalistas tomaron nota de aquella insolencia proletaria. Más datos, fíjense la página en Facebook de la Agrupación Mártires del 23 de enero de 1919. De paso, saludos al compañero Juan Miranda Vios.
Por entonces, la organización más poderosa del pueblo trabajador en el sur era la Federación Obrera de Magallanes (FOM), con sede en Punta Arenas. Desde allí partió el impulso que terminó en la fundación de la Sociedad Obrera de Río Gallegos, que se hizo célebre durante los sucesos cuyo centenario hay que remarcar con letras de fuego. En el sur del sur, el internacionalismo era una práctica concreta, no tanto por la presencia de trabajadores inmigrantes de Europa, sino por la fraternidad de las organizaciones. De hecho, la FOM logró que peones rurales se declararan en huelga del lado argentino en solidaridad con sus reclamos, cuando en realidad, el conflicto se registraba del lado chileno. La versión chilena de la Liga Patriótica vio de qué se trataba e incendió su local en 1920. La lección de aquellos días es inolvidable: cuando los ricachones hablan de patria, de banderas, de propiedad privada y de seguridad, es porque huelen sangre obrera. O indígena, o ambas.
El tercer episodio es el que cumple 100 años desde hoy y hasta enero próximo. Como ya dije, hay que insistir con el ejercicio de la memoria hasta que se borren las letras del teclado o se gasten las gargantas: a través del Regimiento 10 de Caballería, el Ejército Argentino fusiló entre 1.500 y 2.200 trabajadores, cuyo único delito consistió en demandar condiciones dignas de trabajo y remuneraciones que les permitieran salir de la miseria. Irónicamente, unos meses antes se había abolido la pena de muerte en la Argentina.
Así es cofrades, tenía ganas de recordar el crimen todavía impune para clamar justicia, porque muchas de las grandes fortunas que todavía hoy deciden sobre la vida de millones de argentinos, se edificaron sobre sangre obrera. En eso andaré en los próximos días, aunque en lejanas latitudes. Las convicciones serán las mismas: sólo mueren aquellos que dejamos de nombrar. Entonces, honor eterno a los caídos por la libertad. “Sed y resistencia”, ¡siempre! Nos reencontramos en 2022.
Por | Adrián Moyano| Foto D.P.