Bruce Dickinson y su frustrado intento por cambiar el rumbo musical de Iron Maiden

Iron Maiden

Las ideas musicales de Bruce Dickinson fueron desechadas por el propio líder de Iron Maiden, el bajista Steve Harris. Era mediados de los años 80s. 

Corrían los años 1984-85 y Iron Maiden -probablemente la banda británica de heavy metal más influyente de la historia- terminaba una larga gira de 193 fechas para promocionar lo que fuera su exitoso quinto álbum, Powerslave, lanzado en septiembre de 1984. 

Dicha gira, la que se desarrolló bajo el título de World Slavery Tour, y que contempló 11 meses de presentaciones en vivo en 26 países, había dejado al quinteto sencillamente exhausto. 

La banda ya había llegado a su peak creativo y había logrado editar discos que con los años se convertirían en referentes ineludibles para los amantes del género, como son Killers (1981) o The Number of the Beast (1982).

Ya listos para trabajar en lo que sería el sexto álbum, Bruce Dickinson sorprende a sus compañeros con una descabellada idea: hacer un disco más orientado a las guitarras acústicas. 

Jeff Wagner explica en su libro Mean deviation: four decades of progressive heavy metal, que el frontman habría propuesto grabar su propio Physical graffiti, en referencia al disco doble lanzado en 1975 por Led Zeppelin, trabajo que contiene nada más y nada menos que 15 composiciones en más de 80 minutos de música. 

“Si de mí se tratara, el sexto álbum hubiera sonado muy diferente”, habría dicho el propio Dickinson, según cita Wagner. 

Era la época en que Iron Maiden trabajaba en lo que sería el exitoso e innovador Somewhere in Time, lanzado en septiembre de 1986. 

Sin embargo, Steve Harris -miembro fundador y líder de Iron Maiden-, no se mostró muy entusiasmado con la idea. “No fue porque fuera acústico, o incluso porque fuera material muy diferente. Simplemente pensamos que no era suficientemente bueno”, explicó el bajista. 

“Finalmente hicimos otro disco de Iron Maiden”, recuerda Dickinson con cierta decepción.

Lo cierto es que Somewhere in Time no fue un típico disco de la “doncella de hierro”. El quinteto introdujo una serie de innovaciones apoyado en las nuevas tecnologías de la época, como es el uso de sintetizadores de guitarra. 

Para el siguiente larga duración, el clásico Seventh Son Of A Seventh Son -lanzado en abril de 1988-, Dickinson insistiría en la necesidad de un cambio radical en el estilo y el sonido de Iron Maiden. 

Su propuesta consistía en un disco doble. Como es sabido por los fanáticos, eso no ocurrió. A pesar de ello, Seventh Son Of A Seventh Son se acercó tímidamente a lo que el legendario frontman había soñado para Somewhere in Time. 

Wagner se pregunta justificadamente en su libro, qué es lo que habría pasado si Iron Maiden hubiese tomado el camino propuesto por Dickinson y hubiese escrito un disco conceptual, cargado de largas composiciones en una propuesta más orientada a los héroes del rock progresivo que tanto había inspirado a los miembros de la banda británica en sus primeros años, como son Genesis, Nektar o Van der Graaf Generator. Nunca se sabrá. 

Miguel Negrón Oyarzo