1811: Cómo fue que 500 chilenos marcharon a Buenos Aires en ayuda a la revolución

Cuando Montevideo todavía era realista, Belgrano era derrotado en Paraguay y el Alto Perú caía en manos godas, 500 soldados chilenos cruzaron la cordillera para proteger Buenos Aires de los contraataques monárquicos.

No hay menciones a su accionar ni siquiera en libros meticulosos. En general, en la Argentina se cree que fueron ejércitos argentinos los que liberaron a Chile y Perú, con participación mínima de chilenos y peruanos. Desde ya, no fue así, pero menos sabemos todavía de la ayuda que proporcionó en este caso Chile, a la consolidación de la Revolución de Mayo. De ventilarse historias como la que protagonizó la Expedición Auxiliadora de Chile -también llamada Columna Auxiliar de Buenos Aires- el chauvinismo y la xenofobia encontraría menos caldo de cultivo, a los dos lados de la cordillera.


Así se llamó a una división que partió desde el país chileno a comienzos de 1811, para apoyar el esfuerzo revolucionario de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Los chilenos soportaron, al igual que los porteños, un bombardeo realista que hizo blanco en Buenos Aires, cuando Montevideo todavía era plaza del rey. Luego, militaron del lado de San Martín durante la asonada que depuso al Primer Triunvirato y permanecieron en la ciudad hasta que la contraofensiva monárquica puso en jaque a las autoridades republicanas de Santiago. En esa coyuntura, rehicieron sus pasos.


Del lado chileno, había asumido la Primera Junta Nacional de Gobierno el 18 de septiembre de 1810, cuatro meses después del movimiento bonaerense. Presidió ese órgano Mateo de Toro Zambrano y Ureta, quien falleció en febrero del año siguiente. Con el acceso de más criollos a lugares de decisión y gracias al empuje de Juan Martínez de Rozas, se acordó enviar tropas en socorro de las Provincias Unidas porque se entendía que, si la monarquía triunfaba en el Río de la Plata, el proceso continental se derrumbaría.

Brasa ardiente

En verdad, las papas quemaban. Eran los tiempos de la Junta Grande y de la derrota que sufrieran las tropas de Manuel Belgrano en Paraguay. En el Alto Perú, José Manuel de Goyeneche había recibido refuerzos desde Lima y su marcha hacia el sur terminaría con el desastre de Huaqui para los patriotas. La Banda Oriental permanecía en manos de los godos, al igual que la navegación de los ríos, como el Paraná y el Uruguay.


Del todo ajenos a las tensiones que décadas después surgirían entre los dos países, algo menos de 500 efectivos conformaron la Columna Auxiliar de Buenos Aires. El grueso se concentró en Concepción, al mando del teniente coronel Pedro del Alcázar. En la ciudad del Biobío, formaron 300 infantes y 200 dragones de la frontera, con 27 oficiales. Entre ellos se encontraban José Joaquín Prieto, quien accedería a la presidencia de Chile en 1831. También integraba la expedición su cuñado, Manuel Bulnes Quevedo, quien sería padre de otro presidente chileno, de igual nombre.
Como en todos lados se cuecen habas, el envío de las tropas encontró resistencia en Santiago, inclusive por parte del Cabildo. Curiosamente, también conformó el contingente Vicente Benavídez, quien luego cambiaría de bando y a pesar de su origen americano, combatiría en nombre del rey hasta su captura, casi al término de la Guerra a Muerte, en 1822. La columna cruzó la cordillera desde Santa Rosa de los Andes y siguió hasta Mendoza, donde arribó a fines de marzo o principios de abril de 1811. Es decir, han pasado 210 años de su hazaña.


La proclama que sigue se publicó el 27 de ese mes, al parecer en un periódico que se titulaba “El Patriota”. Reproducimos los párrafos de forma textual, solo modificando la ortografía antigua para su mejor lectura: “Mendocinos patriotas: el que os habla tiene el honor de apellidarse con este honroso título. Ya sabéis que el pueblo chileno representado por su Excma. junta gubernativa, y consecuente a la oferta generosa que hizo a nuestro gobierno, ha realizado la remisión de quinientos hombres de tropa veterana para auxilio de las presentes ocurrencias.

Sabemos que el 26 del corriente salió para esta ciudad la primera división compuesta de 200 guerreros, a quienes, ni las considerables penalidades del camino, ni los encumbrados y escarpados montes que tienen que trepar e inmensas distancias a donde se dirigen, han podido servir de obstáculo para enfriar el ardor con que se apresuran a unirse con los invencibles argentinos. Sí: se unirán y este nudo será indisoluble. Estos dos pueblos, cuya historia es una sucesión de heroicidades, se harán amar por sus virtudes, y respetar por su constancia y valor: y el nombre chileno será pronunciado con amor y respeto. Con esta noticia me lisonjeo en la persuasión de que os preparáis para recibir estas tropas con el regocijo y aparato debido a su dignidad: yo os convido, pues, compatriotas amados, para dar en su hospedaje un testimonio auténtico de vuestros patrióticos sentimientos y adhesión con que os habéis manifestado en los acontecimientos pasados: el derecho imperiosamente lo exige, no menos que el honor y la política”.

¿Cómo podían saber aquellos auxiliares que, en el curso de la historia siguiente, tantos obstáculos frustrarían esa unión?

Por| Adrián Moyano | Fuente El Cordillerano.