Por un periodismo que aporte a la construcción de “un mundo donde quepan muchos mundos”

Al concretarse el despojo contra el pueblo mapuche, fueron muy pocos los periodistas que pusieron sus crónicas al servicio de las víctimas y no de los victimarios. Algunos de ellos pagaron con la vida su osadía y otros, afrontaron exilio o estrecheces económicas. Hacia 1880, Francisco de Paula Frías editaba La Voz Libre en Temuco, medio que no trepidó en denunciar los robos de tierras que sufrían las reducciones, luego de finalizada la Ocupación de la Araucanía. Otro tanto hizo La Mañana, que tuvo que afrontar la destrucción de su imprenta. Pero Frías se embarcó además en un litigio judicial en representación de los longko Coñoñir y Calfupán, cerca de Carahue, al que ganó. Imagínense la irritación de gobernantes, jueces, militares, dueños de fundos y testaferros, cuando además, Frías publicaba relatos de esta índole: “El anciano cacique José Manuel Burgos y su hijo fueron reducidos a prisión por el excomandante de la Policía, Jacinto Sánchez, sin más delito que haber pretendido impedir su despojo violento que perpetraba en su fundo en Conunhuenu el exinspector de Policía señor Silva […] ¿Qué ley los autoriza a estos atropellos? Sólo la del fuerte contra el débil que siempre ha imperado en esta zona”. Frías fue asesinado en octubre de 1888, por matones a las órdenes del gobernador de Imperial.

Del lado argentino, no sé de hombres de prensa que adoptaran una actitud similar. Más bien al contrario: Remigio Lupo acompañó en 1879 la columna de Roca en la Campaña al Desierto y con sus reportes, contribuyó a ratificar entre sus lectores el ideario conquistador. Hubo un cronista que años antes, había denunciado la matanza de Pozo del Cuadril en cercanías de Villa Mercedes (San Luis) para el diario La Nación. El reporte no dudó en calificar de crimen de lesa humanidad el fusilamiento de más de 70 rankülche que habían ido a la población, a percibir las raciones que estaba obligado a entregar el gobierno argentino. Por entonces, existía un tratado de paz entre los principales loncos rankülche y la Argentina pero el hermano de Roca, Rudecindo, no dudó en pasar por las armas a gente que no tenía posibilidad de defenderse.

Otro redactor pareció conmoverse ante las inhumanas condiciones de detención que afrontaba el gran longko Purran en Buenos Aires. Autoridad de los pikunche, Purran había caído en una celada en enero de 1880 y pasó varios años de penurias en calabozos bonaerenses, hasta que consiguió retornar a Chos Malal, actual norte neuquino, para luego, buscar refugio en Ngulu Mapu. En su cautiverio, en dependencias del Ejército, recibió la vista de un hombre de prensa, que denunció someramente la situación ante sus lectores.

Pero aquellas fueron excepciones. Que yo sepa, aunque ojalá me equivoque, hay que remontarse hasta “La Chispa” de Osvaldo Bayer, para encontrar una actitud solidaria de periodistas argentinos hacia los abusos que incluso hoy, sufre el pueblo mapuche. Allí estuvo don Osvaldo con su pluma ígnea, para registrar la prepotencia de la Estancia Leleque, todavía en manos inglesas, y los padecimientos de la gente en Cushamen. Bayer había llegado a Esquel en 1958, con trabajo en un diario local. Como era previsible, al poco tiempo quedó despedido y lejos de darse por vencido, armó su propio diario, el que encomendó “contra el latifundio, contra el hambre” y “contra la injusticia”. En la localidad chubutense y en la Patagonia toda, tenía bastante materia prima. No por nada, 14 años más tarde marcó un antes y un después en la historia del periodismo de investigación con “Los vengadores de la Patagonia trágica”, crónica monumental sobre el fusilamiento de 1.500 peones rurales en Santa Cruz a manos del Ejército Argentino y grupos paramilitares. El 80 por ciento de los fusilado era de origen chileno y la mitad de ellos, huilliches. Volveremos sobre el tema en otra columna.

En la Argentina, nuestro día se conmemora el 7 de junio y en Chile, el 11 de julio.
Hoy, a lxs periodistas se nos pide que seamos “fabricantes de contenidos”, en lugar de escribir “el primer borrador de la historia”, como se decía hasta hace poco. Hay una relación directa entre la mierda que nos venden los grandes medios de comunicación -más sus émulos a escala- y la creciente derechización de la sociedad. Por mi parte y en nombre de “Sed y resistencia”, levanto la copa por Frías y Bayer, obviamente por Rodolfo Walsh. La levanto con lxs compañerxs que en 2021, conciben a su trabajo como aporte a la construcción de “un mundo donde quepan muchos mundos”, sin capitalismo, racismo ni jerarquías. ¡Salud y libertad! ¡Siempre!

POR| Adrián Moyano | Foto D.P.